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sábado, 15 de abril de 2017

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El eternauta


Desde la década de los 50s, Argentina vivió tiempos complicados y la nación se vio sujeta a muchos cambios. El asunto no pasó desapercibido para el mundo artístico, en especial para el cómic que por aquella época tenía en el país sudamericano un verdadero hogar.En 1957 un guionista ya con cierto renombre, Héctor Germán Oesterheld, decidió aventurarse con sus propias revistas de historietas. Se trataba de Hora cero y Frontera. Escribió y sus historias fueron ilustradas por algunos de los nombres más famosos de la ilustración de aquella época: Hugo Pratt, Alberto Breccia, Solano López, Arturo del Castillo, José Muñoz, Leo Durañona y Juan Giménez. Con esta oleada de talentos se inicia un camino propio, latinoamericano, alejado de los asuntos que marcaban las historietas estadounidenses. El cómic adquirió un carácter mucho más humano y profundo. El mismo año, se dice, Oesterheld llamó a Solano López para preguntarle qué clase de historia le gustaría dibujar, éste le respondió: “haceme una de ciencia ficción”. Fue así como nació El Eternauta. 



La historia inicia con un personaje, Juan Salvo, apareciéndose casi fantasmagóricamente ante un escritor que resulta ser el mismo Oesterheld convertido en personaje. El hombre le explica que es un "eternauta" y procede a explicar su historia. En 1963 el planeta fue invadido por extraterrestres y la población humana fue casi aniquilada por una especie de nevada tóxica. Muy pocas personas logran sobrevivir, entre ellas su esposa Elena y su hija Martita, así como sus amigo Favalli. Todos se encontraban en la Ciudad de Buenos Aires. Poco a poco forman la resistencia junto a soldados y otros sobrevivientes. Sin embargo, al final pasa algo inesperado que deja a Juan vagando en la eternidad...


Entre 1957 y 1959 la historieta se publicó en Hora cero con gran aceptación. Óscar de Majo señala dos grandes ejes por los que la historia resultó un gran cambio en el mundo del cómic. Primero, la clase de protagonistas. Juan y su grupo de amigos demuestran desde el inicio que no son los típicos “buenos”. No son héroes valientes, extraordinarios o siempre íntegros. Se trata de hombres comunes aterrorizados por la situación, que sienten la desesperanza y sobre todo el instinto de sobrevivir. Nada en ellos será blanco y negro, por más que el protagonista insista en seguir sus principios, pronto se da cuenta (y en gran medida gracias a Favalli) de que esto le llevará a la muerte a él y su familia. El otro eje es el cambio de ambientes y sitio. Nos encontramos en una ciudad específica en un año específico. Las historias hasta entonces contadas en lugares exóticos o inventados pasan a tener referentes espacio-temporales específicos y, por ejemplo, se tiene la batalla en el estadio del equipo de futbol del River Plate. 


El Eternauta, además, funciona como testimonio de la época. Entre viñeta y viñeta se deja ver parte de los temores políticos de aquellos años, la represión, la censura y la molestia con las relaciones del poder en el mundo. En la década de los 60s Oesterheld asumió un papel como crítico muy importante de los gobiernos. En 1968 escribió una versión de la vida del Che Guevara y posteriormente escribió la segunda parte de El eternauta, esta historia tendría un significado político mucho más claro y directo. Además, en los 70s, sus cuatro hijas se involucraron en el movimiento político de los “Montoneros” y él las siguió. El 27 de abril de 1977, a los 57 años, Oesterheld fue secuestrado por un grupo de tareas de las Fuerzas Armadas del gobierno de aquel país. Fue visto por última vez en 1978 en malas condiciones. No se sabe qué fue de él, aunque se presume que fue asesinado en La Merced. 


Las criaturas que invaden el planeta en la historieta se pueden dividir en tres tipos: los “Cascarudos” que son insectos gigantes, los “Manos” que son humanoides con muchos dedos, y “Ellos” que no son conocidos y manejan los hilos de los demás. Entre estos se destacan los “Manos”. No se trata de criaturas malas por naturaleza sino que se ven forzados mediante una "glándula de terror" a obedecer a los Ellos. La glándula les es colocada al nacer y si en algún momento sienten miedo, el mecanismo libera veneno que los termina matando. Es paradójico que esas criaturas funcionen con un “miedo al miedo”. Lo que Oesterheld intentó es que la gente se diera cuenta de que las relaciones de los poderosos hacia los desprotegidos funcionan con base en el miedo. Es así como el temor juega un papel importante en la obra al enlazarse con la realidad y matizar las distintas acciones. La historia empieza con el miedo del guionista a la súbita aparición de Juan Salvo en su casa y termina con el mismo Oesterheld expresando su temor al futuro: "¿Será posible?", se pregunta el hombre tras entender que lo que Juan Salvo le contó aún no ocurre.


En conclusión, El Eternauta es un libro abierto a interpretaciones. Toda clase de estudios sociales, políticos y psicológicos pueden tener cabida en él. Se trata de una auténtica joya de la ciencia ficción y de la historieta y como tal ha perdurado. La trama es emocionante, emotiva pero sobre todo altamente creativa y consciente. El dibujo es efectivo y a mi parecer, lo más destacable de Solano López es su capacidad para dotar de emociones a los rostros de los personajes. El eternauta es el padre de muchas cosas y aun en nuestros días, sigue repartiendo su mensaje efectivamente. Clásico entre los clásicos. 


La edición consultada es la de Editorial RM.

Referencia:  Majo, Óscar de, “Historieta argentina. La primera mitad de la historia”. Tebeosfera, Buenos Aires, 15, XII, 2008.



Sobre Sorel

Eterna estudiante de literatura con aburrimiento crónico

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